viernes, 21 de marzo de 2014

Vigorexia, mentes enfermas en cuerpos ¿sanos?

El espejo no suele mentir, pero a las personas vigoréxicas no les dice toda la verdad, sino que les devuelve el reflejo de una persona enclenque y débil, llevándoles a la obsesión por su cuerpo.

El doctor Luis Franco Bonafonte, responsable de la unidad de medicina del deporte del Hospital Sant Joan de Reus y miembro de la Federación Española de Medicina del Deporte y Carlos Bernardos, director técnico del centro deportivo GO fit (España), nos explican las causas y los porqués de este trastorno.

Las personas que padecen vigorexia “suelen ser jóvenes de entre 17 a 35 años y aunque es más frecuente en los varones en los últimos años se está produciendo un aumento de casos entre las mujeres”, asegura el doctor Franco.

Se trata de una alteración que no solo afecta a las personas que acuden obsesivamente al gimnasio sino también a deportistas de fondo o bicicleta.

El doctor explica que existen dos tipos de vigorexia

• La que afecta a personas que tienen una alteración importante de la imagen corporal, que cada vez quieren estar más fuertes.

• La que se da en personas que se encuentran bien haciendo ejercicio, que se someten a entrenamientos diarios y que no conciben la vida sin estar continuamente haciendo deporte.

CAUSAS

La falta de autoestima suele ser uno de los principales detonantes de esta alteración, “generalmente, las personas que sufren estos problemas suelen ser inmaduras, introvertidas y, sobre todo, inconformes con su apariencia”, afirma Bernardos.

Mejorar el aspecto físico es importante, pero para conseguirlo se necesita, además de una genética favorable, tiempo, esfuerzo, un programa racional de entrenamiento y una alimentación adecuada, afirma el director técnico de GO fit.

“El problema surge cuando este objetivo se convierte en una obsesión y, para conseguir un físico perfecto, se utilizan recursos que, a corto plazo son eficaces, pero a que a medio y largo plazo pueden acarrear graves problemas de salud”, asegura.

PROBLEMAS QUE GENERA EL EXCESO DE EJERCICIO

El consumo de hormonas y anabolizantes y la práctica de ejercicio físico de forma compulsiva son los hábitos que adquieren los que padecen este trastorno. Además “tienden a seguir dietas desequilibradas y poco saludables, especialmente por el exceso de proteínas, aminoácidos y carbohidratos”, explica el doctor Franco.

Las personas obsesionadas por el ejercicio físico “son propensas a sufrir lesiones en el aparato locomotor especialmente aquellos que se someten a volúmenes y cargas de entrenamiento constante, sin embargo los deportistas cuyo ejercicio se basa en la carrera suelen ser víctimas de lesiones tendinosas, lesiones articulares y lesiones musculares”, añade el especialista.

Además, son comunes la aparición de acné, problemas cardíacos, lesiones hepáticas, retención de líquidos, cambios en la voz, en el carácter y trastornos metabólicos.

TRATAMIENTO

Según el doctor Franco, “el tratamiento se basa en modificar esos malos hábitos realizando otras actividades que no sean sólo deportivas y siempre contar con apoyo psicológico y psiquiátrico con el fin de recuperar la autoestima”.

Cuidar el cuerpo desde la infancia ayuda a que estemos en buena forma física en un futuro, un hecho que contribuye a que la autoestima no flaquee. “La educación física escolar debe contemplar entre sus objetivos principales la creación de hábitos saludables relaciones con la actividad física en lo concerniente, no sólo al ejercicio, sino a lo que es más importante, la alimentación y el descanso”, remarca Bernardos.

Es difícil establecer un modelo corporal saludable estándar, ya que cada persona es diferente y hay algunas que, sin haber hecho nunca ejercicio tienen una gran calidad muscular o un gran tamaño debido a su genética o a su estructura ósea.

“Lo que se debe valorar, en todo caso, tanto desde el punto de vista estético como de la salud, es la proporcionalidad. Para detectar este trastorno, pueden ser significativos los cambios bruscos de aspecto físico y un desarrollo muscular excesivo y muy rápido”, agrega.

Es un trastorno que hoy en día aún no está bien definido, las personas que lo padecen no son conscientes de su problema, por ello “es imposible saber el número de afectados ya que no suelen acudir a consultar a los especialistas”, concluye el doctor Franco.

MÁS ESTUDIOS

Un estudio llevado adelante por la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), y publicado por la revista especializada “Pediatrics”, afirma que un fenómeno siquiátrico relativamente novedoso, afecta a cada vez más adolescentes en Norteamérica y se expande por el mundo: la “vigorexia” obliga a los jóvenes a multiplicar sus esfuerzos para adquirir musculatura, a expensas de modelos sociales y con perjuicios cada vez peores para su salud.

La encuesta entre los estudiantes universitarios –que los técnicos consideraron extrapolable a otras regiones y países- asegura que la meta de los jóvenes varones al hacer ejercicio deja atrás cada vez más la recreación, el deporte en sí mismo, o la salud: un 90% está convencido que lo importante es desarrollar musculatura. Y cuanto más, mejor.

El informe revela que muchos adolescentes, están convencidos de que hacen un bien a su salud, con estar horas en el gimnasio simplemente alongando sus músculos para lograr que crezcan, y que la mayoría no se da cuenta de la diferencia entre “ejercitar” y “exagerar”. El documento añade que “la adicción que adquieren poco a poco se introduce en su vida social y cambian hasta su relacionamiento”, remarcando que la enfermedad está sub diagnosticada en todos los niveles que lograron estudiarla.

La vigorexia se da además en grupos de edad que están experimentando cambios físicos y sicológicos naturales sumamente fuertes, “son adolescentes que sienten necesidad constante de aceptación, también en su apariencia. En una segunda etapa el adolescente acepta la hipótesis de que el cuerpo puede ser moldeado en un intento de controlar su propia vida, ya que no puede controlar su entorno”, explican los siquiatras responsables del informe.

Si bien tiene algunos puntos en común con la bulimia y la anorexia, la vigorexia no es estrictamente un trastorno de la conducta alimentaria y sí responde a un desorden de la imagen corporal.

Es normal que los adolescentes se preocupen por su cuerpo, pero cuando la actividad deportiva se transforma en una obsesión hay que tratar el problema.

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