sábado, 14 de diciembre de 2013

El nuevo hogar de Maricruz y de Luis

El vestido negro de Maricruz contrastaba con las habitaciones blancas de la nueva casa que compraron hace poco los ‘novios del año’. Luis Revilla y Maricruz Ribera abrieron a EL DEBER las puertas de su nueva casa, en Achumani, donde vivirán desde hoy.

“Buscábamos un departamento, pero nos ofrecieron una casa y nos gustó. Negociamos el precio y se dieron las cosas. Al final, con el crédito del banco la pudimos comprar. Ahora viviremos endeudados por un buen tiempo”, señala Revilla.

El alcalde, como todo novio, intentaba menguar el momento. “Solo somos dos personas que se van a casar”, decía nervioso aunque se declaraba sereno. Al lado de la novia, cambió de semblante y sucumbió ante sus muestras de cariño mientras posaban para la foto en el balcón de su nueva habitación.

La casa aún huele a nueva. Las paredes lúcidas empiezan a tener color con los muebles. El café y sus tonalidades, resalta. Los vidrios transparentes dejan desnudo el paisaje de La Paz, especialmente desde la sala principal, donde ya está erguido el árbol de Navidad que decoraron juntos.

Revilla asegura que, por el momento, “el blanco está bien”, pero no descarta próximos cambios.

Los amigos le sugieren cambiar el color cuando los críos empiecen a crecer. Maricruz indica que serán dos y llegarán en su momento. Los regalos de boda que llegaron ya fueron ubicados, excepto dos. Maricruz quiere un ciervo plateado en la sala, pero Luis prefiere una réplica de piedra del Illimani en ese mismo lugar.

Cuando se los escucha hablar de The Strongest u Oriente, ambos lados saltan. Ninguno está dispuesto a ceder.

Anoche, la pareja recibió a la familia que llegó de Santa Cruz y descansaron para “estar con todas las pilas” hoy para atender a los invitados que los acompañarán a dar el “sí”, en el Jardín Japonés.



El alcalde lucirá un traje hecho a su medida. “Será un traje como de cualquier novio”, adelanta, sin más detalles. La novia dará sorpresas.

Ambos esperan que hoy, en la iglesia y en los salones del Jardín Japonés, todo salga como fue planeado

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